En la historia del mundo, encontramos referentes de todas las movilizaciones que la sociedad protagonizó, las cuales dieron paso a grandes transformaciones para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Estas luchas y conquistas han desafiado los preceptos establecidos, traduciéndose en revoluciones que han logrado cambios históricos.
Un primer referente es la Revolución Francesa, que inició en 1789. Uno de sus principales objetivos era eliminar la monarquía. Este movimiento social sentó las bases de la democracia moderna y la soberanía popular, logrando la proclamación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que es la base de los derechos humanos actuales.
Si buscamos un referente en nuestro país, tenemos la Revolución Mexicana, que inició en 1910 contra una dictadura de 30 años encabezada por el General Porfirio Díaz. Este proceso social duró casi 10 años, concluyendo, según expertos, en 1920. Los grandes resultados de esta revolución son palpables hoy en día, derivando en la Constitución de 1917, la reforma agraria, la reforma a la ley de educación pública, la elección de un presidente por voto directo, la implementación de campañas de vacunación, la creación de una gama de seguridad social y mejoras en las condiciones laborales, especialmente en áreas urbanas.
Hoy, el mundo en el que vivimos transita de la derecha a la izquierda, en algunos casos radicalizándose hacia uno u otro extremo. Sin embargo, es curioso que la sociedad, que hoy tiene acceso a la información al segundo y que puede evaluar, analizar y conceptualizar, no se involucra en que estos cambios sean en pro de una sociedad más justa, equitativa y, sobre todo, buscando el mayor bien común.
Hablando de nuestro Debate Puntual, en nuestro país acabamos de ser testigos de una aplastante mayoría obtenida en las recientes elecciones. Vemos a un grupo político con una ideología perfectamente definida; no obstante, esa ideología no contempla a una sociedad que viene de una extrema polarización y que ha simplificado lo complejo que es hacer política en una definición simple como “chairo” o “fifi”.
Como mexicano, debo confesar que ninguna de estas posturas me representa, y creo que tampoco a la gran mayoría de los ciudadanos. Lo que es un hecho es que nadie se ha puesto a pensar que la nueva revolución política que vivimos no cambiará sin que quienes hoy ostentan, ejercen y representan el poder trabajen en una reconstrucción real de la transformación social que los llevó al punto mayoritario y absoluto en el que están.
El grave error de los gobernantes y partidos que gobernaron en el pasado es que jamás fueron autocríticos. Cometieron errores que no reconocieron y, sobre todo, perdieron la responsabilidad social de trabajar para los todos los mexicanos. Con ello dieron paso al movimiento que tardó 18 años en cristalizarse y que hoy conocemos como la Cuarta Transformación. Este movimiento, con su liderazgo político y capitalizando el hartazgo social, logró encumbrar su ideología en torno a un nuevo sistema político. Sin duda, el cambio era necesario, pero ahora el reto es no polarizar y unir a los ciudadanos.
Si pensamos en un proyecto de nación, nuestro país ha vivido diferentes cambios a lo largo de los últimos años. Sin duda, el avance tecnológico ha permitido que cada día sea más fácil hacer análisis y estudios al respecto. Desde un punto de vista muy particular, este nuevo régimen político en nuestro país será un proceso de al menos 18 años con una expectativa de 30. Esto nos hace pensar en qué momento se pondrán el objetivo de la unión y la profesionalización en pro de construir un mejor país. Ahí es donde todos los mexicanos debemos asumir nuestra responsabilidad, porque de todos depende que tengamos el país que queremos dejar a nuestros hijos.
Concluyo este artículo agradeciendo la oportunidad que me brinda Enrique Quintana de volver a publicar esta columna, esperando recobrar el respaldo de los lectores que me acompañaron en años pasados. En esos años, mi visión fue la de un servidor público, y hoy la comparto como un emprendedor y ciudadano que trata de entender la arena pública y social desde otra perspectiva. Estoy motivado por el amor y la confianza de aquellas personas que ven en mí a una persona que tiene el gusto por compartir una visión simple y objetiva de nuestro entorno político, social y económico. Bienvenidos de nuevo a este Debate Puntual.