La electricidad: enemigo del ‘nearshoring’

Imagine por un momento la siguiente escena.

Ubíquese en una sala de reuniones de un rascacielos de Nueva York o Londres.

Una gran empresa desarrolla una reunión de un comité que está definiendo si su próxima gran inversión puede ubicarse en México.

Hay muchos argumentos positivos que hacen pensar en las ventajas de esa ubicación: la cercanía geográfica al mercado más grande del mundo (EU); el tratado comercial que existe entre ambos países (TMEC) y la red de tratados que hay; la estabilidad relativa que ha tenido México a diferencia de lo que sucede en otros destinos, entre otros factores.

Pero resulta que en medio de esa reunión un asistente entrega a uno de los directivos una información que le pareció relevante para la evaluación: el comunicado del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) del 9 de mayo.

El texto decía lo siguiente:

“A partir de las 18:47 horas del 9 de mayo de 2024 se declara Estado Operativo de Emergencia en el Sistema Interconectado Nacional, por lo que el Cenace llevará a cabo las acciones operativas conducentes”.

Dichas acciones, se supo poco después, fueron interrupciones selectivas de la provisión de electricidad, es decir, apagones, para evitar que se fuera a producir un colapso derivado de que la demanda eventualmente supere a la oferta.

Imagine la impresión con la que se quedaron los inversionistas al enterarse de que incluso antes de que cientos de nuevas plantas se instalen en México como producto del nearshoring, el suministro de electricidad está en riesgo.

A la mayor parte de los inversionistas no les importa si la compañía que les vende electricidad pertenece al gobierno o es del sector privado. No tienen ningún sesgo ideológico.

Lo que les interesa es que al abasto sea confiable y cada vez con mayor frecuencia, con un porcentaje cada vez más alto de electricidad generada con energías renovables y no con hidrocarburos.

Es probable que los asesores que una firma grande contrató para evaluar su instalación en México le hayan explicado que no hay una crisis generalizada de suministro eléctrico, sino la existencia de picos de demanda que se generaron por el uso de aires acondicionados, sistemas de refrigeración y demás, asociados a una de las olas de calor más severas de los últimos años.

Una pregunta lógica y obligada que un directivo que estuviera evaluando la inversión en México haría es la siguiente: ¿qué posibilidades hay de que esta situación se produzca de nueva cuenta o de que incluso se agrave en el futuro?

La respuesta oficial a esta pregunta es la que dio la CFE en su comunicado del día 12 de mayo por la noche. Dice textualmente: “La CFE informa que ha sostenido permanentemente reuniones técnicas con el Cenace y que entre los días 10, 11 y 12 de mayo, no ha habido suspensión del suministro eléctrico y actualmente funciona de manera normal y no hay ningún riesgo para el suministro de energía eléctrica en todo el país”.

Ayer le comenté en este espacio que, además de los límites en la generación, tal vez el cuello de botella más serio aparece en la transmisión.

Es muy temprano para poder evaluar si los eventos recientes influirán en alguna o algunas decisiones de inversión de empresas que estén pensando en localizarse en México o ampliar sus operaciones en el país.

Tal vez algunas apuesten a que se le va a encontrar remedio y que, dado que las inversiones tienen un horizonte de largo plazo, no será un obstáculo mayor.

Pero, tenga la certeza de que más de una empresa estará empezando a cuestionar respecto a los escenarios futuros de la provisión eléctrica para México.

Si ganara la elección Claudia Sheinbaum, más vale que su equipo tenga respuestas convincentes, pues si solo hay una mera continuidad de las políticas en esta materia, es probable que diversos proyectos de inversión se queden en eso y al final no se instalen en México.

¿Para quién estará jugando Bartlett?

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