¿Cómo le irá a la economía en 2025?

¿Cuál podría ser el desempeño de la economía mexicana en el 2025?

Pareciera que falta mucho y en el camino muchas cosas pueden suceder. Faltan las elecciones en México y Estados Unidos, y también falta observar cuáles serán las decisiones de política monetaria y el efecto que tendrán sobre la actividad comercial y productiva.

De hecho, hoy la Junta de Gobierno del Banco de México anunciará seguramente que decidió dejar sin cambio la tasa de interés.

Pero, para otear el futuro, será relevante el tono del comunicado que habrá de emitirse.

La Reserva Federal anunciará su siguiente decisión el 12 de junio, 10 días después de las elecciones en México. Y el consenso que hay ahora es que tampoco habrá cambio.

Los cambios se anticipan para el segundo semestre.

La más reciente encuesta de Citibanamex muestra que hay una abrumadora mayoría de especialistas que estima que la siguiente baja de las tasas ocurrirá y se anunciará en México el 27 de junio, pero hay unos pocos que señalan que esto ocurriría hasta agosto o septiembre.

En otras palabras, es factible que terminemos el año con tasas reales relativamente elevadas en México.

Con este y otros factores, el consenso de los analistas estima que para el 2025, la economía mexicana crecerá a una tasa de 1.8 por ciento.

Sin embargo, la más reciente encuesta entre expertos de Citibanamex muestra una considerable dispersión de pronósticos.

El más pesimista de los encuestados es Bank of America, con un estimado de crecimiento de solo 1.0 por ciento y uno de los más optimistas es Grupo Vector, que apunta a un 3.2 por ciento.

Entre autoridades y organismos internacionales, vemos que la Secretaría de Hacienda estableció en los PreCriterios de Política Económica para 2025 un rango que se ubica entre 2 y 3 por ciento, que está por abajo del de 2.5 a 3.5 por ciento previsto para este año.

El Fondo Monetario Internacional estima un crecimiento de 1.4 por ciento para el siguiente año, luego de que en este 2024 la tasa sería de 2.4 por ciento.

En términos generales se visualiza una desaceleración económica que está asociada con el arranque de una nueva administración y con el proceso de consolidación fiscal previsto para el próximo año.

Esta misma semana, al participar en la Reunión Nacional de Consejeros Regionales de BBVA, el secretario de Hacienda comentó que consideraba que no habría un impacto en la demanda agregada por la consolidación fiscal, en virtud de que se trataría solamente de una “normalización” del gasto público, luego del crecimiento extraordinario que ha tenido en este año, por efecto de la conclusión de los megaproyectos y el cierre de sexenio.

Como ya le he comentado en este mismo espacio, cuando uno observa las cifras anticipadas por la propia dependencia en los PreCriterios, la reducción del déficit público no se puede explicar solo con la menor inversión.

También se están considerando recortes en el gasto operativo, pues de otra manera no habría tal reducción del déficit amplio, de 5.9 a 3 por ciento.

Bajo esa premisa, es probable que sea inevitable un impacto negativo en la demanda agregada de la economía, que sea parcialmente responsable de un menor crecimiento el próximo año.

Este escenario no considera el impacto negativo que pudiera tener el regreso de Trump a la Casa Blanca y el riesgo de que llegue con impulsos proteccionistas.

Claro que también está el impacto positivo del nearshoring que podría elevar la inversión privada, como ya lo ha hecho.

Pero, la lección de parte del año pasado y de estos meses, es que ese proceso va a ser más lento de lo que muchos pensábamos, por lo que no parece tan claro que compense los otros factores negativos que hemos enumerado.

Como quien dice, aunque el mediano plazo es prometedor para la economía mexicana, bien podríamos tener un próximo año y medio complicado para una parte importante de nuestro sector productivo.

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