AMLO y las ‘manchitas’

Andrés Manuel López Obrador siempre vuelve a lo que él llama el fraude de 2006. En ¡Gracias! (2024), por ejemplo, expone a un personaje que, sin embargo, hoy es su candidato al Senado. ¿Hay contradicción?

En la página 141 de ese volumen cita, como ha hecho en otros libros, a Manuel Espino, líder del PAN durante la elección de 2006, para sostener que Acción Nacional acordó el fraude con ocho gobernadores del PRI.

Y balconea en particular a Eugenio Hernández, por entonces gobernador (es un decir, porque en aquellos años hacía como que ni se enteraba del crecimiento de la delincuencia en sus narices) de Tamaulipas.

Vía la maestra Elba Esther Gordillo, a ese político se le urgió, sostiene AMLO, a “definirse”, y se le instó a que vendiera el favor a Felipe Calderón. Tal comunicación habría ocurrido “dos o tres horas antes” del cierre de las casillas del 2 de julio de 2006.

No es la única mención a Hernández. El tabasqueño reproduce una llamada del tamaulipeco con quien fue secretario de Comunicaciones y Transportes de Vicente Fox, Pedro Cerisola, en la que éste se dice “muy agradecido” (por el apoyo al PAN, se asume) y agrega “creo que te sobregiraste”.

Al respecto, en ¡Gracias! el Presidente remata: “Miren las vueltas que da la vida, los mismos panistas favorecidos con el fraude mantuvieron seis años en prisión a Eugenio Hernández acusado por el exgobernador de ese partido, Francisco Cabeza de Vaca, de corrupción; peculiar trama para una novela surrealista”.

Ese surrealismo alcanzó un nuevo nivel en febrero. Justo cuando se dio la noticia de que López Obrador publicaría ¡Gracias!, circuló la versión de que Hernández, tras dejar la cárcel, sería parte del esfuerzo lopezobradorista de hacerse de mayoría constitucional en el Senado.

Finalmente, el Partido Verde dio su candidatura tamaulipeca al expriista; así, Morena intentará quedarse con los tres escaños de esa entidad. Hace poco la candidata Claudia Sheinbaum fue por esos lares y a leguas se le veía incómoda al retratarse con el sonriente exmandatario.

¿Por qué AMLO acepta a alguien así en sus filas y qué consecuencias tendrá esa decisión dentro y fuera del oficialismo? En ¡Gracias!, sin despeinarse, el propio autor explica las razones para integrar a gente “manchada”.

“Cuanta mayor apertura (a sumar cuadros), mejor”, dice Andrés Manuel (página 63). “Cuando se lucha por hacer valer la democracia no es aceptable el maniqueísmo. Los políticos no se dividen entre buenos y malos; se distingue, sobre todo, por su forma de actuar en determinadas circunstancias”. (…)

“En política hay que correr riesgos para avanzar. Es indispensable equilibrar principios con eficacia. Con más razón ahora, cuando existe una derecha neofascista y voraz (…). No estamos para ponernos muy exigentes, para exquisiteces, para decir: ‘este compañero sí, este no. Este tiene una manchita, este otro no es puro’. Así no se puede. La política la hacen hombres y mujeres; no se hace con santos. Por eso hay que tener una visión amplia y abierta para preservar lo fundamental y no fijarse nada más en lo accesorio”.

En política, dicen, lo que cuenta son los resultados. Polémica como fue la decisión de sumar a Hernández, así lo hayan metido por esa puerta trasera llamada PVEM, falta la prueba definitiva: para evaluar si el costo reputacional valió la pena, el exmandatario estatal ha de ganar su senaduría.

Es decir, si trae una senaduría, olvido y perdón a Hernández por el “fraude”.

La única contradicción a estas alturas es creer que Morena es fiel a los principios. La santidad de los ideales, a la basura.

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