Bajo el lema «Democracia siempre», el presidente de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, encabezó un acto en el palacio de La Moneda, bombardeado hace 50 años durante el golpe de Estado de Augusto Pinochet, en una jornada marcada por las divisiones políticas sobre el régimen militar.
En el palacio presidencial donde se suicidó Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, Boric habló ante familiares de víctimas de la dictadura, los presidentes de Bolivia, Luis Arce; México, Andrés Manuel López Obrador; Colombia, Gustavo Petro, y Uruguay, Luis Lacalle Pou.
«Nos rebelamos cuando nos dicen que no había otra alternativa, ¡por supuesto que había otra alternativa! y el día de mañana cuando vivamos otra crisis, siempre va a haber otra alternativa que implique más democracia y no menos», dijo Boric en su discurso ante invitados que incluyeron a la presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, el exmandatario uruguayo José Mujica, el exjuez español Baltasar Garzón y el guitarrista de Rage Against The Machine, Tom Morello.
Después de 1.000 días en el poder, cuando Allende (1970-1973) se disponía a convocar a un plebiscito en un intento por salir de la aguda crisis política y económica que vivía el país, fue derrocado por las Fuerzas Armadas lideradas por Pinochet, que contó con el apoyo de Estados Unidos en un contexto de guerra fría contra la influencia soviética.
El general se puso rápidamente al frente de la junta de Gobierno, para iniciar 17 años de dictadura que dejaron 1.747 asesinados, 1.469 desaparecidos, más de 38.000 torturados y unas 200.000 personas obligadas al exilio.
A 50 años de los hechos, la élite política sigue profundamente dividida.
Ningún representante de los partidos de derecha asistió al acto en La Moneda. También se restaron de una declaración en favor de la democracia que el jueves firmaron Boric y los cuatro exmandatarios en democracia.
En esta misma jornada, el partido de derecha Unión Demócrata Independiente (UDI), que no participo en el acto oficial en el palacio presidencial, emitió un comunicado en el que aseguró que el derrocamiento de Allende se debió a «la situación extrema que vivía Chile» y a «la severa polarización provocada por un sector de la izquierda chilena».
«El quiebre» institucional y social «el 11 de septiembre se transformó en algo inevitable», escribió el partido UDI.
«No es separable el golpe de Estado de lo que vino después. Desde el mismo momento se violaron los Derechos Humanos de los chilenos y chilenas», agregó el mandatario, de 37 años, el único de los presidentes posdictadura que no había nacido para el golpe.